viernes, 27 de agosto de 2010

TOC TOC

Reconozco que esta entrada no tiene en absoluto, nada que ver con lo que se supone que iba a ser el tema principal, pero como hoy en día se lleva "el todo vale" igual esta entrada también puede ser considerada "arte". Y es que el otro día me llamó mucho la atención un documental que vi sobre el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) o lo que comúnmente, la gente de a pie llamaría "manías". Pero resulta que no, que no son simples rarezas, que es algo mucho más importante que eso. Se trata de un problema que afecta al 2% de la población (unos 100 millones de personas en el mundo).

Dice la Wikipedia que una persona que padece de TOC se da cuenta que tiene un problema, al igual que se da cuenta la gente que le rodea. Es obvio que los demás se van a percatar teniendo en cuenta que el hombre del reportaje por ejemplo, cada vez que salía del coche, comprobaba si estaba cerrado, daba una vuelta sobre si mismo y volvía a cerciorarse de que estaba bien cerrado; cuando estaba en su casa e iba a dar un trago al agua, tenía que golpear el vaso 16 veces contra la mesa; o cuando estaba en una cafetería acompañado de su mujer, se echaba el azúcar en el café y tenía que golpear la cucharilla contra el vaso otras 16 veces (TOC numeral). El número 16...¿por qué? Nadie lo sabía, ni el mismo podía contestar a una pregunta con la que tenía que convivir diariamente.

Este documental me hizo pensar en muchas manías que tiene la gente, y que a mi en persona me despierta curiosidad, y es que muchos se pueden sentir un poco identificados. Una chica que conocí se obligaba cada vez que iba a dormir, a adelantar la zapatilla (de estar por casa) derecha más que la izquierda o contar necesariamente el número de escalones cada vez que subía unas escaleras. Otras manías como la prohibición absoluta de pisar las líneas del suelo, o entrar con el pie derecho en algún sitio y tener que salir con el izquierdo.

La conclusión que saqué de todo esto fue contradictoria: dicen que hasta hace unos años estaba considerada una enfermedad psiquiátrica y puedo estar en parte de acuerdo. Tampoco creo que sea de camisa de fuerza y habitación acolchada pero tiene que ser espantoso vivir toda tu vida con unas obsesiónes tan llamativas como las del pobre hombre este. Pero por otra parte creo que son ganas de sacar nuevas enfermedades, que es algo que si uno mismo quiere se puede curar (ansiedad pura y dura). Y digo esto porque entre los tipos de TOC que existen hay uno llamado "acumulador" que son personas que coleccionan objetos insignificantes y de los cuales no pueden desprenderse, vamos el síndrome de Diógenes de toda la vida. No creo que una serie de medicamentos te curen algo que no es físico sino psicológico. Yo lo sigo viendo como simples manías que se van incrementando poco a poco, y que hay que saber controlar antes de que se nos vaya de las manos. Hay otras que por supuesto afectan a gente que está mal de la quijotera, pero eso es harina de otro costal.

lunes, 23 de agosto de 2010

Nieve y Cenizas

Sus fotografías dejan perplejo a todo aquel que las observa. Podrían parecer montajes, pero este gran artista canadiense está dedicando su vida a inmortalizar la tan cercana y estrecha relación que pueden llegar a tener animales y hombres.

Gregory Colbert renunció a su actividad cinematográfica para dedicarse por entero a la fotografía. Sus instantáneas nos transportan a un lugar gobernado por la tranquilidad y el silencio, por el placer y la serenidad. Un ambiente tan íntimo que hace que el espectador se evada de su mundo real.
Son diez años los que ha tardado en reunir 100 imágenes de su colección "Ashed and Snow" (Cenizas y nieve), pisando lugares tan ocultos y atractivos como el Tíbet, Namibia, Birmania o Kenia.

En esta serie, Colbert ha elegido fotografiar esos animales divinizados con un carácter simbólico y espiritual como el elefante, el guepardo, la ballena o el antílope. Junto a ellos siempre nos suele mostrar a niños budistas, africanos o monjes tibetanos en actitud de meditación e incluso en trance. Asegura que para tomar estos retratos tuvo que estar varios días tanteando la zona hasta que los animales se acostumbrasen a su presencia.

Por medio de estas imágenes quiere hacer ver al espectador su defensa contra la degradación medioambiental y hacerle consciente de la importancia del respeto hacia la naturaleza, ya que su destino y el nuestro van unidos.
Está claro que una imagen vale más que mil palabras.

domingo, 22 de agosto de 2010

Pequeño tributo a un gran cartelista

En 1887 llegaba a París para recibir clases de arte un joven checoslovaco llamado Alfons Mucha (personalmente para mi, uno de los mejores cartelistas que han existido en la historia).

Tanto el arte que se estaba gestando en París como la gran diva de la escena del momento Sara Bernhardt, fueron los "culpables" de hacer de este humilde artista un personaje singular en su época. Así, Mucha desarrolló un estilo tan personal como atractivo. Ningún otro artista de la época se volcó tanto en este terreno cartelista exceptuando a Toulouse-Lautrec (o Tululo Tercero en confianza).

Con influencias pre-rafaelistas y bizantinas, su estilo es probablemente uno de los más reconocibles gracias a sus sensuales y lujosas figuras femeninas rodeadas de vegetación, arabescos y lineas sinuosas. Carteles recargados sin dar sensación de agobio sino más bien de agrado y con lo cuales el espectador puede deleitarse tantas veces como observados sean los carteles.

Su obra en ningún momento quedará anticuada puesto que se ha convertido en un icono del modernismo, su estilo sería copiado en la psicodelia de los 60 e incluso en el mundo de la moda. Se le considera el precursor del diseño publicitario, y aunque una gran parte de su obra está destinada a carteles y anuncios, también se dedicó a la escultura, pintura o incluso el diseño de joyas.